Tormenta en el Pacífico III: la Perica, Delia y Paulina (1997)

puerto Escondido, Oaxaca: hoy cumple años Delia, mi amiga de Metan, provincia de Salta (no conozco la geografía Argentina: son coordenadas de Delia) . Como no llevo ningún regalo (además de que otros invitados nunca aparecen) le digo en son de broma:

“Yo soy el regalo”- y para sor·presa mía … a la noche, se le fué la mano!


Pasado un mes, el dueño de los bungalows donde vive Delia, amablemente le notifica que como ya no es galán en ciernes (ocupo la plaza) tiene que mudarse y dejar libre al Bungalow para otra clienta/víctima...más soltera.

Vivo en una cabaña hecha de hueso de palma. Delia se muda conmigo sin reparos. Decidimos que:
  • la Perica ya no es Rebelde (todo lo contrario: es de un dócil…)
  • soy mecánico y una perica es llave de mecánico: ése es su nombre predestinado
  • es el símbolo que marca la asistencia mecánica en las carreteras de México
  • hay una organización sobre ruedas de asistencia gratuita en carretera: los ángeles verdes, conformada por expolicías de caminos ya jubilados (tienen radio, herramienta y refacciones básicas para ayudar al descompuesto);
  • no será un ángel, pero las pericas también tienen alas…
  • además está pintada con dos tonos Verdes...
El destino se manifiesta en las formas más extrañas, inesperadas y surrealistas. A veces no capto que nunca son casualidades…

Empiezan noticias de que Paulina viene a Pto.Escondido. Paulina es un huracán tipo 4. La leyenda dice que los huracanes nunca entran a Puerto. Se cumple la leyenda: Paulina toca tierra en Puerto Ángel, rodea Pto. Escondido yéndose a la montaña, vuelve al Pacífico por Coyantes y se ahoga en Acapulco junto con 2,000 almas. El gobierno no reconoce esas cifras (ni las del temblor del ´85). Mi hijo Álex, vacacionando en Acapulco, logra sobrevivir (¡gracias, destino!) para contarnos todo después.

Aunque Paulina no nos pega de lleno, nos deja sin electricidad, sin agua potable, sin carreteras y sin vuelos. Los víveres escasean; no hay trabajo, ni gasolina, ni dinero, ni nada. Decidimos vender la Perica para salir del atolladero. Me voy al hotel Arcoiris para ver su dueño y muy buen amigo, JoséLuis. Precisamente necesita una Combi. En el camino, la Perica decide que sin gasolina ya no vá. Y en plena carretera costera del Pacífico.

Trato de empujarla; me ayudan otros, pero nos gana su peso. Se vá contra los autos parados detrás. Quiebro el volante para esquivarlos. La Perica se para y empieza a avanzar hacia el talud de la carretera. Quiero detenerla, imaginando el destrozo de vidrios al volcarse de lado por el talud, sin encontrar después entre los escombros, a la poca herramienta que me dió Ramón Tigre Azul. En cambio, veo cómo la dirección se mueve sola, y la Perica se endereza.

“Déjala ir o te vá a jalar”- me gritan. Suelto la puerta y veo a la Perica bajar rodando de frente por el talud. Abajo rebota en un camino y salta para caer entre una barda de 30 cms y la pared de una casa, aplastando nada más al tubo del desagüe con su defensa; aparentemente, la Perica está intacta! También veo que tanto circo reunió un gentío de locos. Temiendo la aparición de la policía, me esfumo a pié hacia el Arcoiris para encontrar gasolina.

Al regreso, el público se fué y el tráfico por la carretera es otra vez normal. Arranco la Perica con la gasolina que me dio JoséLuis, la reviso y no puedo creer (que hoy 18 años después -en éste 2015- ¡sigua funcionando!) que no le pasó nada. Un colega pintor, Andrés, camarada del Tigre Azul dice al pasar:

"El destino te la regaló, el destino te la quitó por pensar en vender, y ya te la volvió a regalar… a ver si así entiendes que es sólo para tí, bobo"
Jean Loup

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1 comentario:

Andres Ocampo dijo...

Muchos años y mil kilómetros más lejos Andrés todavía se encuentra al Yanlú con su envoltura de perica.